¿Quién era Don Quijote de la Mancha, ese personaje de la novela de Miguel de Cervantes, también llamado “el Caballero de la triste figura”?.
Don Quijote era un hombre de unos 50
años que se llamaba Alonso Quijano. Vivía en la Mancha y era un gran apasionado
de los libros de caballeros. Un día, por culpa de comer tan poco, de dormir tan poco y de
tanto leer, se volvió un poco loco y decidió convertirse en caballero andante. Así
fue como se cambió el nombre a Don Quijote de la Mancha, se enfundó unas armaduras
de su bisabuelo y se fue a buscar su caballo. Tenía un caballo viejo, huesudo,
y se pasó 3 días poniéndole y quitándole nombres hasta que, por fin, decidió
llamarle Rocinante.
No solo le bastaban un caballo y una
armadura, también necesitaba una princesa a la que amar con locura. El problema
era que en La Mancha no había princesas... Sin embargo, recordó que cuando era
joven se había enamorado de una chica llamada Aldonza Lorenzo. Aldonza Lorenzo era
una campesina que venía del Toboso y que no era muy guapa. Tenía un bigotillo
por encima del labio, unos brazos gruesos, un pelo recio como pajas de escoba y
unas manos grandes como rastrillos. Como
Don Quijote estaba un poco loco, se la imaginó como una princesa hermosa y le
puso de nombre Dulcinea del Toboso. Para él, Dulcinea tenía la piel blanca como
la nieve, las mejillas rosadas como los claveles, los cabellos dorados como el sol
y las manos delicadas y hermosas. Y en vez de ser una campesina, se la
imaginaba cosiendo con hilo de oro y cantando canciones al son de un arpa.
Además, Don Quijote decidió que necesitaba un escudero,
como todos los caballeros importantes, y fue en busca de uno. Encontró a un
vecino del pueblo llamado Sancho Panza, un hombre menudo, barrigón y bajito.
Sancho no había ido a la escuela ni sabía leer ni escribir, pero le gustaba mucho
recitar refranes populares. Don Quijote le convenció diciéndole que si lo
ayudaba a conquistar un reino, iban a ser tan ricos que iba a poder vestir a
sus hijos como príncipes. Sancho, sin pensarlo dos veces, le dijo que sí. Así
fue como comenzaron las aventuras y desventuras del Caballero de la triste
figura, Don Quijote de la Mancha, y su fiel escudero Sancho Panza.
Aquí os pongo un enlace de un pequeño vídeo en el que se representa el famoso capítulo de Don Quijote con lo que él cree que son gigantes (y que, en realidad, son tan sólo unos molinos de viento).
Don Quijote y los gigantes
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